jueves, 28 de abril de 2011

Historias de Granada

!Ay de mi Alhama!
En 1481, los moros de la ciudad de Ronda, pertenecientes al reino de Granada, estaban dolidos, por los ataques y correrías que sobre su ciudad y comarca, había llevado a cabo, D Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz.
La venganza no esperó mucho tiempo y decidieron con ayuda de otros granadinos, apoderarse de la villa y fortaleza de Zahara, situada al N.O de la ciudad de Cádiz.
Se informaron sobre su situación, que era una magnifica posición estratégica, que servía tanto para la defensa, como para amenazar la ciudad de Ronda. Su alcaide la tenía abandonada y no cuidaba su defensa, con el celo debido. Así las cosas, los granadinos aprovecharon la nocturnidad del 26-27 de diciembre, entraron en la fortaleza y mataron a todos los cristianos que había en su interior, excepto el alcaide, que lo cogieron prisionero. Al amanecer, abrieron las puertas de la villa y entraron en Zahara, apresando a todos los cristianos que encontraron. Después de abastecer, tanto a la ciudad como a la fortaleza, se volvieron a Ronda. Esta conquista, alertó al campo cristiano. Había que vengar la afrenta infringida, con la toma de los granadinos de Zahara. Se eligió, la villa del reino de Granada, Alhama. Mal guarnecida, por hallarse muy a la retaguardia de la frontera del reino, y tratarse de una ciudad muy fortificada e inexpugnable. Estaba asentada sobre una peña prominente y rodeada por un río. Se organizó la expedición y correspondió la gloria de conquistarla, al valeroso marqués de Cádiz. Se aproximaron los cristianos con sus efectivos a la ciudad de Alhama, por los caminos más fragosos, para evitar ser descubiertos. Los atacantes, precedidos por quince escaladores, penetraron en la barbacana y colocaron las escalas para trepar por el muro principal de la fortaleza. Degollaron a los centinelas y abrieron las puertas, por las que entraron, los efectivos del marqués de Cádiz. Repuestos los habitantes de Alhama de este inesperado ataque, reaccionaron vigorosamente, muriendo en la refriega cerca de mil. Se cogió un rico y copioso botín, liberándose a los cautivos cristianos, que había en la ciudad.
Dada su lejanía de la frontera cristiana y su proximidad a la ciudad de Granada, las dificultades que entrañaba poder mantenerla, eran grandes. Se aconsejaba abandonar la ciudad conquistada. El marqués de Cádiz, optó por conservarla en su poder, enviando mensajeros pidiendo ayuda, a todos los nobles cristianos andaluces. A los cuatro días de la conquista, se presento ante Alhama, un ejército granadino, al frente del cual iba Muley Hacen rey de Granada. Querían recuperar la ciudad a toda costa y le pusieron sitio. A los cristianos sitiados, les animaba el firme propósito, de no rendirse en ninguna situación por desfavorable que fuera. Los moros granadinos, desviaron el curso del río, para dejar la ciudad sin agua y doblegarla. Los cristianos lejos de de desfallecer y para proveerse del necesario y preciado liquido, organizaron un servicio de aguada. Se luchaba ante un enemigo, infinitamente superior y se trababan los aguadores, en violenta lucha cuerpo a cuerpo y a cuchilladas, para cumplir su misión. El río se tiño de rojo, y los muertos eran un obstáculo para la circulación del agua enrojecida, formando una enorme charca. Se consiguió el objetivo de abastecer de agua a la ciudad, a pesar de las terribles dificultades que hubo de vencer. Los fallecidos eran arrojados, fuera de la ciudad, por el hedor insoportable que despedían.
Cuando el ejercito granadino se cercioró, del valor indomable de los cristianos y de la firme decisión de no abandonar la ciudad, como comprobaron después de veinticinco días de asaltos y combates infructuosos, e informado el sultán granadino, de la existencia de un ejército cristiano, que se aproximaba a socorrer a los sitiados, levantó el cerco.
Antes de marcharse de Alhama el rey de Granada, hizo un último intento, con un asalto general a la ciudad, que terminó en un desastre.
Así comenzó el ocaso del reino, que duró diez años y que termino con la ocupación de la ciudad de Granada en 1492, y que hizo exclamar al sultán “Ay de mi Alhama”

Colaboración de Agustín de Santa Ana

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