Era el jefe de la guardia negra de gomeres, mercenarios africanos que se distinguían por su crueldad y valor. Los granadinos musulmanes, caminaban resueltamente hacia su ruina. De nada le servía el heroísmo, que a manos llenas derrochaban. No veían la agonía del reino.
A principio de mayo de 1487 y tras fracasar las negociaciones con los moros granadinos, se presento el ejército cristiano, ante la ciudad de Málaga. La ciudad estaba bien artillada y amurallada.
Contaba para su defensa con dos fuertes castillos: Gibralfaro y la Alcazaba, esta ultima defendida por Hamet el Zegri, con sus gomeres. A todas las propuestas de rendición o entrega de la ciudad, éste respondió con enérgica altivez y rotundidad, negativamente. Los cristianos, rodearon la ciudad por tierra y mar. Se emplazaron numerosas bombardas. Protegía a los sitiadores, un foso y un parapeto. Los preparativos eran para un largo asedio. La empresa parecía fácil para el ejército sitiador. Pronto la realidad y Hamet el Zegri, le harían cambiar de idea.
A la artillería cristiana, opuso la suya y la empleó con tal destreza, que impedía los trabajos de fortificación y hasta obligo a desplazar la tienda real, que con sus distintivos, era el blanco predilecto de la artillería mora. En dos audaces asaltos de los cristianos, en uno tomaron un torreón y en otro penetraron por las calles del arrabal. El torreón del primer asalto, lo volaron con sus ocupantes dentro y en el segundo, exterminaron a los asaltantes que penetraron. Al ímpetu inicial, sucedió el desanimo. La ciudad estaba fuertemente defendida. Tras nuevo intento intimidatorio a la entrega de la ciudad, rechazada con ira por el Zegri, abrió fuego simultáneamente toda la artillería cristiana.
Málaga estaba perdida sin remedio, pero prolongó su heroica resistencia. La población civil, que quería la rendición, envió emisarios de ciudadanos prestigiosos, para disuadir al Zegri, de que no continuara la resistencia. Este los escucho con calma y los llevó a la plaza de la ciudad, ordenando a sus gomeres que les cortaran el pescuezo. Faltaban víveres en Málaga. De nuevo los ciudadanos, intentaron persuadir a Hamet el Zegri, para que se rindiera. Esta vez no los degolló y les dio razones, pidiéndoles un supremo esfuerzo, para conseguir el triunfo. Atacó fieramente a los cristianos, pero fue inútil su heroísmo. Se acogió al castillo de Gibralfaro, con sus gomeres.
La ciudad se rindió en agosto de 1487.
Los malagueños tomaron preso al Zegri, quien conservó su entereza en tan duro trance. Fue maltratado y humillado. Acabo como esclavo, junto con sus gomeres. Tuvo un final impropio, para quien había luchado noblemente por sus ideales y conciudadanos. Muchos capitanes cristianos fueron a conocerle en su cautiverio, y cuando le preguntaban, el motivo de su obstinada resistencia, respondía:”Yo acepté el gobierno de la ciudad y juré defender mi patria, mi ley y el honor de quien me nombró”
Colaboración de Agustin de Santa Ana ( Granada )
Colaboración de Agustin de Santa Ana ( Granada )






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